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Verás que todo es mentira....Bueno, no es pa tanto!

Hola! Buen día!
Hoy me levanté como cada mañana y lo de siempre, ir a chocarse todas las cosas habidas y por haber hasta finalmente llegar al baño o al lavabo o vater o como sea que le dicen aquí (a ver si se ponen de acuerdo) y bueno, me lavo la cara, los dientes y me dispongo a prepararme el desayuno.

Hasta ahí todo bien.
Pongo a calentar el agua para el café, mientras me asomo por el balcón como cada mañana para ver como se presenta el día, y veo que sin haber escuchado ningún tipo de reporte meteorológico en la tele o la radio (dicho sea de paso, en ningún medio de comunicación te dicen la temperatura que hace en el momento tanto cuando hablan de la que hará ni en los informativos, sí las que harán el resto de la semana), que el día sería hermoso. Un sol brillante y que apenas calienta y una leve brisa marina, es claro, una leve brisa marina en estas épocas en esta mitad del globo quiere decir, te morís de frío…
Bueno, volviendo a lo principal, me dirijo a la cocina, abro la alacena y… no veo por ningún lado el frasco de café. Es decir veo uno ¡pero vacío! Bueno, pienso, vamos a recurrir al querido y viejo mate cocido con leche, sigo buscando y no estaba el pequeño paquete de Rosamonte ¡Noooooooo! ¡Esto ya es lo último! ¡Me quería morir! ¡Ni yerba de ayer secándose al sol! O mejor dicho… ¡ni yerba de ayer comprada en la tienda del pakistaní, secándose al sol! Y ahí amigo, amiga les juro que sentí un hondo pesar, no iba a poder desayunar ni tomar mis matutinos mates… por suerte era una hora en la que “la tienda del paki” estaba abierta, así que fui hasta allí y me dirigí corriendo hasta el fondo del pasillo y ahí estaban todos juntos (los paquetes de yerba) como esperándome como con los brazos abiertos, (¡encima vestidos de rojo y negro!) cada uno de ellos diciendo “Bienvenido Martín, a este pedacito de la Argentina, de tu ciudad, de tu infancia, de tus tardes en el patio de tu casa en verano, en las tardes de la costanera, de las tardes de la casa quinta, de los momentos en tu piso de soltero, de los viajes por todas partes de la provincia haciendo transmisiones de radio, de los momentos en los que solo estabas con él o con ella compartiéndolo, con tu amigo, tu novia, tu vieja, tu viejo, el abuelo, las horas leyendo, las películas de la tele en casa, dulce, amargo, como sea". Todo eso en una fracción de segundo.
Las cosas. O las imágenes te hacen poner en funcionamiento ese halo que llevamos todos y nos hacen que nos aferremos a lo que siempre estuvo alrededor nuestro (o una sucesión de imágenes en cuestión de milésimas de segundos) y estuvieron presentes pero nunca les prestamos atención y cuando estás lejos de tu patria, de tu país de tus orígenes, como dicen los catalanes “trobes a faltar” “encuentras a faltar”, dicho en criollo, las extrañás. “…Cuando rajés los tamangos, buscando ese mango que te haga morfar…” “… la indiferencia del mundo que es sordo y es mudo recién sentirás…”, “…cuando no tengas ni yerba de ayer secándose al sol…” Son canciones que siempre las escuché y si, eran bonitas, sonaban bien, pero cuando empezás a elaborar las letras a 14.000 kms de distancia, tienen otro significado, otro sabor. “Una cosa es conocer el camino y otro es recorrerlo” a esta no la saqué de ningún tango, aparece en la película Matrix, pero es así.
Bueno amigos, para que no piensen que estoy mal, estoy muy bien, realmente, he pasado por esas etapas nombradas anteriormente por suerte. Digo por suerte porque me pasaron y me fortalecen como persona y porque ya pasaron y como si fuera poco, ahora estoy tomando unos ricos mates, con Rosamonte.
Queridos polizones, que tengan un gran día, y cada vez que hagan ese acto repetitivo y automático que es chupar de una bombilla, piensen en esta pequeña historia personal ocurrida en Barcelona.


Gracias Iutub por tantas imágenes.

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